top of page

El sida y sus metáforas

[...] El sida tiene una genealogía metafórica dual. En tanto que microproceso, se lo describe igual que al cáncer: una invasión. Cuando se enfoca la transmisión de la enfermedad, se invoca una metáfora más antigua, que tiene reminiscencias de la sífilis: la polución. (Se transmite a través de los fluidos sanguíneos infectados.) Pero las metáforas militares que se usan para describir el sida difieren en algo con las que se emplean para describir el cáncer. Con el cáncer, la metáfora escamotea el problema de la causalidad (tema todavía oscuro en la investigación oncológica) y sólo funciona a partir del momento en que, dentro del cuerpo, las células malignas mutal, migran del lugar u órgano de origen y toman por asalto otros órganos o sistemas, produciéndose así una subversión doméstica. En la descripción del sida el enemigo es aquello que causa la enfermedad, un agente infeccioso proviniente del exterior [...]

 

Lo que hace tan aterrador el ataque viral es que se supone que la contaminación y, por consiguiente, la vulnerabilidad, es permanente. Incluso si una persona infectada no mostrara nunca síntoma alguno -es decir, si la infección permaneciera o, mediante una intervención médica, se volviera inactiva- el paciente llevaría para siempre el enemigo viral dentro [...]

 

La transmisión sexual de esta enfermedad, considerada por lo general como una calamidad que uno mismo se ha buscado, merece un juicio más severo que otras vías de transmisión, en particular porque se entiende que el sida es una enfermedad debida no solo al exceso sexual sino a la perversión sexual [...] Una enfermedad infecciosa cuya vía de transmisión más importante es de tipo sexual, pone en jaque, forzosamente, a quienes tienen vidas sexuales más activas; y es fácil entonces pensar en ella como un castigo. Esto, que ya era cierto de la sífilis, lo es aún más del sida, puesto que lo qu señala como mayor peligro no es la "promiscuidad" sino una determinada "costumbre", considerada contra natura [...]

El hecho de que el sida no sea una enfermedad única sino un síndrome que consiste en una lista indefinida de enfermedades "ostensibles" (es decir, qu dan fe de que el paciente padece la enfermedad), lo hace más aún fruto de una definición o de una construcción de lo que puede serlo incluso una enfermedad tan compleja y multiforme como el cáncer [...]

 

La consecuencia obvia de creer que todos los que "cobijan" el virus caerán un día enfermos es que a aquellos que han dado positivo en el test se los considera personas-con-sida, individuos que sencillamente no lo tienen...aún. Solo es cuestión de tiempo, como cualquier sentencia de muerte. Lo que no es tan obvio es que a esta gente se la mire como si ya lo tuviera. Se considera cada vez con mayor frecuencia que cuando el test del VIH da positivo (cosa que habitualmente significa la presencia no del virus sino de los anticuerpos del virus), el individuo está enfermo [...]

 

La epidemia de sida sirve como una proyección ideal para la paranoia política del Primer Mundo. El llamado virus del sida no solo es la quintaesencia del invasor del Tercer Mundo, sino que equivale a cualquier amenaza mitológica. En este país, el sida ha provocado hasta ahora reacciones menos racistas que en Europa, incluida la Unión Soviética, donde se subraya el origen africano del a enfermedad. Aquí es tano un recordatorio de los sentimientos asociados a la amenaza del Segundo Mundo como una imagen de la invasión por el Tercero [...] El sida es la preocupación preferida de quienes traducen su agenda política en términos de psicología de grupos: la autoestima y autoconfianza nacionales. Aunque estos especialistas en sentimientos feos insisten en que el sida es un castigo por la desviación sexual, lo que los mueve no es solamente, ni siquiera principalemente, la homofobia. Más importante aún es la utilidad del sida para llevar a cabo uno de los cometidos más importantes de los llamados neoconservadores: la Kulturkampf contra todo lo que suele llamarse (breve e imprecisamente) los años sesenta [...]

 

El miedo al sida obliga a un ejercicio mucho más moderado del apetito, y ello no solo entre los varones homosexuales. Para la clase media de Estados Unidos, el comportamiento sexual anterior a 1981 parece hoy parte de una perdida edad de inocencia, inocencia licenciosa, naturalmente. Al cabo de dos décadas de derroche sexual, de especulación sexual, de inflación sexual, estamos a comienzos de una depresión sexual. Se ha comparado el recuerdo nostálgico de la cultura sexual de los años setenta con el recuerdo nostálgico de la era del jazz vista desde el lado malo del crash de 1929.

 

Un tipo de mensaje que nos transmite la sociedad en que vivimos es: "Consume. Haz lo que quieras. Diviértete". El funcionamiento mismo del sistema económico que ha otorgado estas libertades que no tienen precedentes, supremamente adoradas bajo la forma de movilidad física y prosperidad material, depende de que se incite a que las personas desafíen las limitaciones. El apetito debe ser inmoderado [...] Lejos de ser el invento de la subcultura homosexual masculina, la sexualidad recreativa y sin riesgos fue la inevitable reinvención de la cultura capitalista, y su garantía fue la medicina. El advenimiento del sida parece haberlo cambiado todo, irrevocablemente [...]

 

FUENTE: Excerpta de SONTAG, S., El sida y sus metáforas, Barcelona, 2008

bottom of page